Hombres de negro II

Barry Sonnenfeld, 2002
Reparto: Tommy Lee Jones (Kevin Brown/Agente K), Will Smith (Agente J), Lara Flynn Boyle (Serleena), Rip Torn (Zed), Johnny Knoxville (Scrad/Charlie), Rosario Dawson (Laura Vasquez), Tony Shalhoud (Jack Jeebs), Patrick Warburton (Agente T), Jack Kehler (Ben), David Cross (Newton).
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¿Quién no es un marciano?

¿No se ha sentido usted nunca como un extraterrestre? ¿Tampoco ha tenido jamás la sensación de que su profesora de historia o su vecino lo es? Si es así, no tiene que sorprenderse, lo son. Y por fin ha llegado una película, que nos explica, o reexplica, porque el mundo está lleno de marcianos.

El humor socarrón de este producto está en esta propuesta, que además, dado que ya está explicada en la primera parte no pierde el tiempo en aburridas presentaciones. Otra parte del humor es la manera en que alude sin parar a los disparates de la primera entrega, de modo que los personajes se repiten y vuelven a repetirse como el joyero que odia que le vuelen la cabeza. A Michael Jackson aludía la primera parte con un chiste final, en esta lo han contratado, revelación: el cantante es otro marciano. La tercera baza es la pareja protagonista, el histriónico Will Smith y el serio Tommy Lee Jones.

Al principio de la película, el ajente J, Will Smith, tiene un compañero incompetente al que no le queda más remedio que neuralidar (o sea, obligarle a olvidar el pasado en la organización). Lleva cinco años desde que se separó de K, Tommy Lee Jones, y a nadie le sorprende que vuelva solo. No deja de neuralizar compañeros. El actor, Will Smith se crece delante de sus compañeros, y casi consigue parecer duro, hasta que vuelve a buscar a su viejo compañero, M, y cuando Tommy Lee vuelve, todo es como antes. Cuando discuten sobre quien va a conducir el coche, Smith cede. A partir de ese momento cede en todo lo demás, se convierte en el histriónico de siempre y el segundón del más viejo. La película recoge en su argumento el pulso de los actores. Después de esta cesión, Will Smith también pasa a ser secundario en el argumento. El actor, como tanta gente, se crece con los vulgares y se queda en un segundo término cuando ve el talento.

El tamaño importa en los hombres de negro. Una nave se estrella en Hide Park arrasando todo en su aterrizaje. Cuando por fin se detiene y despliega sus patas descubrimos que todo ha ocurrido en unos centímetros de un arriate, lo deslumbrante se vuelve ridículo. La taquilla de K guarda un pueblo entero de marcianitos pequeños que lo adoran porque les dio el tiempo: un reloj de pulsera. Los marcianitos son ridículos, los humanos también, pero para explicar por qué uno tiene que llegar al final de la película y yo no pienso desvelarlo.
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