K:19 The widowmaker

Kathryn Bigelow, 2002
Reparto: Harrison Ford (Capitán Alexei Vostrikov), Liam Neeson (Capitán Mikhail Polenin), Peter Sarsgaard (Vadim Radtchenko), Jacob Pitts (Grigori), Sam Redford (Vasily Mishin), Sam Spruell (Dimitri Nevski), Christian Camargo (Pavel Loktev), Steve Nicolson (Yuri Demichev), Peter Stebbings (Kuryshev), Roman Podhora (Lapinsh), Sam Redford (Vasily Mishin), Ravil Isyanov (Igor Suslov), Tim Woodward (Konstantin Partonov).
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No hay heroicidad en la ineptitud

K:19, fue el primer submarino nuclear soviético, con el cual el partido comunista quiso responder al reto de los Estados Unidos en la carrera armamentística. La película es un homenaje a los marineros rusos que tuvieron que arriesgar sus vidas, y en muchos casos perderlas, para arreglar las chapuzas de los ineficientes constructores del navío.

Las últimas películas que veo pintan a héroes demasiado cojos (Windtalkers, Road to perdition). Es difícil, viendo Windtalkers, ver heroicidad en un hombre que escapa del fuego amigo. El fuego amigo es algo aberrante, no caben héroes cuando se habla de él. Tampoco queda espacio para la épica cuando se narra una tragedia submarina que venía más que anunciada por las chapuzas sin fin de un sistema político que, después de hundido, el espectador occidental se complace en satirizar con su cine. Si los rusos lanzaron al mar un submarino que no estaba preparado, donde el encargado del reactor se emborrachaba, no había medidas de seguridad, ni médico adecuado ni los mismos tornillos funcionaban, entonces no vale pedirme que me una al sentido homenaje a los que sufrieron. Eso es marear al espectador. Cuando uno ve toda esa ineficiencia lo único que puede pensar es: se lo habían ganado.

También hay una reflexión sobre la autoridad. Harrison Ford es el capitán del submarino, y Liam Neeson es su segundo, después de que fue rebajado por demasiada cercanía a sus hombres. Los dos representan dos posturas, el oficial que sigue las consignas del partido a costa de todos, y el segundo de a bordo que es capaz de desafiar al partido para salvar a la tripulación. El conflicto se resuelve cuando los dos oficiales descubren que están de acuerdo en el fondo, así que le hacen pagar el pato a un marinero que no tiene la culpa de nada, que es lo que siempre se hace en el ejército.

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