Chicago

Rob Marshall, 2002
Reparto: Catherine Zeta-Jones (Velma Kelly), Renée Zellweger (Roxie Hart), Richard Gere (Billy Flynn), John C. Reilly (Amos Hart), Queen Latifah (Matron 'Mama' Morton), Christine Baranski (Mary Sunshine), Dominic West (Fred Casely), Lucy Liu (Kitty), Deirdre Goodwin (June), Denise Faye (Annie).
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Flor de un día

Roxie Hart aspira a ser cantante. Tiene un amante que le promete introducirle en el mundo, pero miente, y ella lo asesina en un acceso de rabia. Una vez en la cárcel necesita la ayuda del abogado Billy Flynn que nunca ha perdido un caso para no ir a la horca. Este la convierte en un ídolo de la prensa, le inventa un pasado y la hace famosa para que la opinión pública actúe en su favor. Pero Roxie, conseguida la fama, cree que ya tiene lo que quiere.

La historia de Roxie es la historia de todos los famosos que hoy día llenan las portadas de la prensa amarilla y cada vez más programas de televisión. En España se gana la fama teniendo un lío con un famoso o participando en un programa con cámaras que te siguen al baño para que todo el mundo sepa como eres cuando te afeitas o cuando te revientas un grano. En “Chicago” te haces famosa si eres mujer y has cometido un crimen pasional. Todo el mundo quiere su minuto de gloria.

Billy Flynn es el Sardá de la película. Conoce el material con el que trabaja y lo maneja sin escrúpulos. Usa a las protagonistas para sacar su dinero y usa al público como corderos para venderles la versión que quiere de los casos.

A todos estos famosos les ocurre lo mismo, “eres flor de un día”, le dice Billy. Esa fama llega con facilidad y también se va. Lo que “Chicago” enseña es a tomarse ese mundo de la fama con filosofía. Roxie no es más que un producto de consumo para un público ávido de noticias, la fama viene y se va. Pero en vez de venirse abajo porque el no es lo que estaba esperando, ella lo utiliza en su provecho. Su respuesta es ser menos escrupulosa que un mundo donde no hay escrúpulos.

La amoralidad de Chicago es su mejor baza.

Las canciones no acompañan a la película, son la película. Digno de Fosse, el espectáculo indaga en las posibilidades expresivas de la música, del baile, del fotograma. Los números musicales expresan por si solos, mejor que los diálogos, el cinismo de cada situación.
Francisco Marinero. Metrópoli. (3/5)
antando bajo la lluvia consagró como virtud la aparente limitación del musical de Broadway y del de Hollywood: carecer de argumento o, en todo caso, utilizar uno mínimo como pretexto para escenificar bailes y cantos. Su argumento (que no su guión, ejemplar) no podía ser más simple: la transformación sobre la marcha de una película muda en una película sonora servía para hacer una antología de los musicales de los años 30, reconstruidos con ironía generosa, en contraste con la aportación novedosa de un nuevo musical, donde la danza estaba integrada en una acción situada en un tiempo y un escenario contemporáneos y realistas. Chicago tiene un planteamiento similar: prescinde prácticamente de argumento e incluso de guión (es de Bill Condon, un cineasta cinéfilo, autor de Dioses y monstruos, homenaje al maestro del terror de los años 30 James Whale), para ofrecer un encadenamiento de números musicales brillantes en todos los aspectos. Una ruptura feliz con los musicales con pretexto o lastre de pretensiones operísticas: se reconquista el terreno ganado por melodramas argumentales como West Side Story, Sonrisas y lágrimas, Funny Girl, etc.

La representación original fue, al parecer, de Bob Fosse y reconocemos al autor de Empieza el espectáculo (musical puro, sin argumento) más que al de Cabaret (musical argumental), pero despojado de pretenciosidad y con vitalidad reforzada. Rob Marshall es un debutante candidato al Oscar de dirección: coreógrafo, Marshall demuestra su talento tanto en los bailes (sus protagonistas tienen limitaciones en la danza que compensan con energía) como en la planificación, el montaje y la escenografía. Chicago logra lo que no se veía desde hace mucho tiempo: ofrecer un musical genuinamente cinematográfico (cuesta imaginar cómo Fosse resolvió en teatro la acción en paralelo, si es que lo hizo) donde no se necesitan ni comedia ni melodrama para justificar el espectáculo.

La narración fragmentaria nos lleva al Chicago de los años 30 del siglo XX, donde dos mujeres son enjuiciadas por matar, respectivamente, a su amante y a su marido, traidor uno e infiel el otro. La parodia de los géneros del melodrama carcelario, del melodrama procesal y del melodrama romántico se traduce en un vibrante y muy original espectáculo que no da respiro al espectador: la acción real ilustra las fantasías de dos heroínas cínicas y sus bailes y canciones ilustran los hechos. La originalidad es que estos dos planos son simultáneos, tan pronto estamos en la parodia como en el inmejorable musical (canciones y coreografías son de una modernidad sorprendente porque se trata de una obra que evoca una época pretérita), de una vitalidad y una imaginación abrumadoras (la duración es la precisa, ningún espectador podría resistir este ritmo más tiempo). Trazando líneas paralelas y convergentes de la narración y la fantasía musical (hay momentos tan arriesgados como felizmente resueltos en los que ambos planos coinciden), Marshall se resigna a relegar su condición de coreógrafo de las actrices y bailarines sobre el escenario (Renée Zellweger, Catherine Zeta-Jones y Richard Gere se vacían en un espectáculo acelerado) para adquirir condición de coreógrafo de la planificación y el montaje: los movimientos de los danzantes son captados fugazmente, hay que pasar en seguida a otro número que progresa a golpe de batería jazzística. Marshall ha superado a su predecesor Fosse: su película, de estética expresionista, decorados cambiantes y colores intensos, es arrolladora.

Mr Cranky. (-1/-4)
The premise of the musical parts of the film is that Roxie dreams of being on stage. Kelly is already on stage, and since scandal is the way to make a name for oneself in 1920s Chicago, Kelly is the biggest name by virtue of having shot somebody. When Roxie does the same, she finds that climbing to the top is just a matter of grabbing the biggest headline.

Every time something happens, Roxie imagines it all as a dancing and singing number. What film do we have to thank for this? "Moulin Rouge" of course. Now, every actor west of the Mississippi who recalls dancing and singing in an elementary school Christmas pageant will be signing up to do musicals. Hopefully, this fad dies faster than the spate of "Alien" rip-off films in the '80s.

Reel Film Reviews. David Nusair. (1.5/4)
I suppose, in the interest of fairness, I should admit that I don't care much for musicals. They tend to fall into one of two categories: Either they're tedious and overproduced (like Les Miserables) or they're entertaining enough but longer than necessary (Singin' in the Rain). Chicago falls under the first category.

The biggest problem with Chicago, other than sheer overlength (the film runs close to two hours!), is a complete lack of memorable tunes. Unlike even 8 Women (which wasn't exactly a great movie, but did contain a number of catchy songs), Chicago makes the fatal mistake of including a bunch of terrible musical numbers. Dull and dreary, these tunes are anything but noteworthy, and the dancing that accompanies them is worse. There's no fun or joy involved in the myriad of showtunes, and it certainly doesn't help that director Rob Marshall has chosen to film them in virtual darkness. Chicago may be reminiscent of an old-time jazz club, with it's smokey ambiance and sultry lyrics, but that's precisely what makes it so unpleasant to watch.

Though the storyline must have been considered fresh and exciting when the play first premiered in the '70s, it's now as original as a cop show on CBS. Bill Condon's screenplay hits us over the head with the fact that instant celebrities tend to be forgotten soon afterwards, a point that's not exactly original - especially in a society that turns computer pitchmen into stars. And when the script isn't hammering home that redundant message, it's ripping off All About Eve - though to be fair, that aspect of the film is probably the most intriguing (but, of course, it's merely touched upon before another song-and-dance number bursts onto the scene).

Movie Juice. Ramsey.
It's nice to know that the more perspective we gain on the O.J. Simpson murder case, the more commercially viable it becomes as a musical comedy. Sing along with me: "If the glove don't fit, you must acquit!"

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