El gran McGinty

Preston Sturges, 1940
Reparto: Brian Donlevy (Daniel 'Dan' McGinty) Muriel Angelus (Catherine McGinty) Akim Tamiroff (The Boss) William Demarest (El político) Ally Joslyn (George) Louis Jean Heidt (Tommy Thompson).
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El héroe simpático

Un empleado de banco trata de suicidarse en un club y el camarero le dice que está haciendo una estupidez, y que él mismo llegó a ser Gobernador y ha acabado en aquella barra. El camarero cuenta su su historia en un flash-back. Todo comienza en una jornada electoral en la que McGinty llega a votar en falso 37 veces. El jefe del partido quiere conocerle y McGinty no se achica ante él, así que el político ve futuro en el hombre y le encarga diversos trabajos como cobrar a los morosos. De ahí pasa a una carrera política como concejal y de concejal lo preparan para alcalde con la condición de que se case. McGinty se casa por conveniencia con su secretaria y llega a alcalde, cargo que ejerce entre sobornos y engaños, construyendo edificios inútiles para que el jefe del partido venda más hormigón. La influencia de su esposa y de los niños le hace tomar conciencia, y cuando llega al puesto de gobernador se niega a seguir con las corruptelas...

No se si Sturges era consciente de los parecidos que tiene su héroe con aquellos tan maravillosos de Bernard Shaw. Cuando Miss Doolitle le dice al profor Higgin en Pygmalión (que en el cine se llamaría “My Fair Lady”) usted me trata como una florista de la calle, él le responde: yo trato como una florista a todo el mundo, aunque sea una marquesa. Higgins no es clasista, no cree que nadie sea diferente, ahí está su heroicidad, y también la de McGinty, que trata al jefe del partido como a un igual y se le encara como a un igual. Esa es la virtud que todos ven en él, incluso el público que le regala su simpatía desde el primer momento.

También es saviana la relación que tiene con su esposa porque McGinty no entiende de convenciones e inventa a cada paso su mundo con una franqueza demoledora. Él vive con ella y no se piden nada, ese es el punto de partida, por eso su acercamiento sabe a verdadero, porque no responde a ninguna convención.

Y también coincide con Shaw en el sentido de la obra. Shaw discutió durante años con sus coetáneos sobre el sentido del arte. Él decía que el arte no es algo gratuito, tiene un papel dentro de la sociedad y puede cambiarla y también educar al espectador, lo cual no era muy compartido, ni lo es tal vez hoy día.

El final de la película, debe más quizá a Frank Capra, con el que comparte un tema y una época, la del New Deal. Sturges es menos sentimental que Capra y también es menos positivo. Se conforma con arrancarnos una sonrisa y eso es de agradecer.
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