Ciudad de Dios

Fernando Meirelles.
Reparto: Matheus Nachtergaele (Sandro Cenoura), Seu Jorge (Mané Galinha), Alexandre Rodríguez (Buscapé), Leandro Firmino da Hora (Zé pequeno), Phellipe Haagensen (Bené), Jonathan Haagensen (Cabeleira), Douglas Silva (Dadinho), Roberta Rodríguez Silvia (Berenice), Gero Camilo (Paraíba), Graziela Moretto (Marina), Renato de Souza (Marreco).
Guión: Bráulio Mantovani; basado en la novela de Paolo Lins.
* * * * *
La ciudad olvidada por dios

Ciudad de Dios es una de las aventuras estéticas más valientes que he visto desde Pulp Fiction, a la que supera con creces. Buscapé vive en una paupérrima favela brasileña, donde la delincuencia es una opción más fácil que el trabajo. Su hobby es la fotografía, pero sólo consigue empleos de repartidor de periódicos.

Bustapé recuerda la historia de la favela desde que él era un niño. La narración se detiene y da marcha atrás para recoger historias de personajes secundarios o saltos adelante con una libertad y un pulso narrativo digno de un virtuoso. Todos los personajes tienen una historia tremenda que contarnos. Todas las historias unidas crean una sensación de trama social, de retrato colectivo inigualable.

El hermano de Bustapé decide dar un gran golpe en un motel. Uno de los ladrones es un desalmado sin escrúpulos que con el tiempo dominará todo el crimen de la favela, se llama Zé Pequeno. Su crueldad y su falta de principios le sirven para triunfar, ésta sólo se ve frenada por su socio, Bené, un hombre bueno.

Mientras tanto, el protagonista, Bustapé, vive preocupado por conseguir su primera experiencia sexual que resultará tan atribulada como todo lo que ocurre en Ciudad de Dios.

Una banda de niños altera con sus hurtos la paz de la favela que Zé Pequeno necesita para su negocio. Sin dudarlo recurre al asesinato. Los traficantes velan por la seguridad con más celo que la policía pero nos damos cuenta de que esa paz no es un escenario deseable.

Zé Pequeno comete su mayor error cuando maltrata a un hombre pacífico por la envidia que siente por él. Desde ese momento Mané Galinha se convertirá en su peor enemigo. No se trata de una venganza justa. Se trata de una consecuencia lógica, casi inevitable de lo que ocurre al hombre con poder. La favela sirve al espectador para bucear en lugares recónditos del alma humana que están escondidos en nuestras sociedades desarrolladas.

La película crea un universo ajeno a la ley; la policía no entra en la favela si no es para cobrar sus sobornos. Los delincuentes son abandonados a la ley del más fuerte, por eso triunfa el más cruel.

La mayor grandeza de Meirelles consiste en su postura ante los hechos. Lejos de moralizar sobre los personajes, Meirelles tiene el valor de desarrollarlos friamente y dejarlos existir hasta que apuran su vaso. La casualidad rige cada destino, pero una casualidad tan trenzada que uno se siente testigo de una historia más real que la vida misma.

0 comentarios:

top