El Lobo

Miguel Courtois, 2004
Reparto: Eduardo Noriega (Txema, El Lobo), José Coronado (Ricardo), Mélanie Doutey (Amaia), Silvia Abascal (Begoña), Santiago Ramos (Pantxo), Patrick Bruel (Nelson), Jorge Sanz (Asier), Manuel Zarzo (Matías), Fernando Cayo (Txino), Juan Fernández (Comandante Palacios).
Guión: Antonio Onetti.
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Roma no paga a los traidores

Mikel Lejarza se infiltró en la banda terrorista ETA en 1973 y llegó hasta la cúpula de la organización gracias al apoyo logístico que les brindaba. Como decorador de edificios estaba en contacto con muchos arquitectos y facilitó a ETA un buen número de pisos francos. Sus delaciones permitieron a la policía española dar el mayor golpe a la organización de toda su historia. 150 terroristas fueron detenidos en 1975.

Miguel Courtois viene de la televisión francesa y ha querido rodar una película que no tomara parte ni por la policía española fascista ni por la banda asesina; ha repartido un par de buenos en ambos ejércitos y ha dejado toda la autoridad moral para el protagonista. El régimen de Franco es un cuartel militar dispuesto a sacrificar su topo sin ningún remordimiento. La banda se debate entre los que apoyan la negociación política, que son los buenos, y el sector duro que sólo piensa en la violencia, liderado por Nelson.

El Lobo hace desde el principio lo que puede por salvar la vida de algunas víctimas de ETA. Tiene una mujer y una hija a las que abandona. Visto por un español puede parecer un héroe, pero dentro de su propio mundo es un personaje sin sentido. Lejos de apoyarle, la policía del régimen le da la espalda y lo sacrifica una y otra vez. “Roma no paga a los traidores” les falta decir a los maderos. Puede que Courtois lo entienda como un ejemplo de separatista dialogante, opuesto al terror, pero lo cierto es que la policía del régimen no podía exhibir mejores maneras que los terroristas.

Courtois ha jugado fuerte al mostrar el terrorismo desde los ojos de un hombre crítico, de un traidor que traiciona la violencia, pero no ha sabido contar la historia de los etarras ni los militares franquistas. Lejos de la crítica, cae, a veces, en la opereta. Y sobre todo ha fracasado a la hora de hacer hablar a su protagonista, que no es otra cosa que la voz del propio director lanzando consignas ideológicas como un muñeco de Jose Luis Moreno. Si ese Lobo hubiera tenido su propia voz Courtois habría llegado muy lejos.
Spaulding: Lejos del cine de Costra-Gavras (el mejor en el género del thriller político hasta el momento), el hombre ha optado por nivelar, ideológica y políticamente hablando, a los dos bandos. Polis y terroristas. El director intenta colarnos que, en esa época, tanto a un lado como en el otro, se cocían habas. Que si unos eran malos, los otros también Y eso no es cierto. Ni mucho menos. O, al menos, para mí.
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Criticas de cine en una sola frase: Un hijoputa se hace la cirugía estética en Corporación Dermoestática a costa de los fondos reservados.
Más te digo: salí conmocionado tras comprobar la falta de escrúpulos de los cuerpos de seguridad del estado de la época ( y quien sabe si de ahora). Eché en falta en la película más contenido informativo acerca del funcionamiento, estructura y financiación de la banda terrorista.
Enrique Colmena **: se echa en falta en la película alguna crítica sustanciada hacia los postulados terroristas, porque las palabras llenas de sangre y odio de los matarifes de la época quedan siempre sin respuesta.
Fotogramas: Aunque a él le gustaría pensar que El Lobo es thriller político riguroso (que lo es, aunque su didacticismo sea simplón), la verdad es que sus virtudes, su gracia, está en la recuperación de la serie B de la edad de oro de las coproducciones en plan poliziottesco. Sus escenas de intriga populizan una trama muy entretenida. Y, como todo genuino eurothriller de raza, su combatividad ideológica es de aplauso

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