Los cuatrocientos golpes

François Truffaut, 1959
Reparto: Jean-Pierre Léaud (Antoine Doinel), Claire Maurier (Gilberte, la madre), Albert Rémy (Julien, el padre), Guy Decomble ("Petite Feuille", el profesor de francés), Georges Flamant (Mr. Bigey), Georges Flamant (Rene)
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Jóvenes airados

Antoine es castigado en la escuela por tener un poster de una modelo. No cumple el castigo y para no enfrentarse al profesor falta al día siguiente con su amigo Rene. Van al cine y al parque de atracciones. Al día siguiente intenta falsificar un justificante, pero en vez de eso decide lanzar un órdago. Le dice al profesor que su madre ha muerto. El padre se enteran de la falta y va al colegio a buscarle. La humillación es tal que Antoine se va de casa. Su amigo Rene le ofrece una imprenta para dormir. Cuando vuelve se reconcilia con su familia; su madre le promete regalarle mil francos si es uno de los mejores en redacción. Lee a Balzac para aprender a escribir pero en el colegio es víctima de una injusticia. El profesor no se cree que la redacción sea suya. De nuevo huye de casa y se refugia en la de Rene. Roba una máquina de escribir pero no puede venderla, cuando quiere devolverla es atrapado y sus padres lo internan en una institución de menores.

El episodio de la máquina de escribir es autobiográfico. Los sentimientos también, el personaje de Antoine no oculta su condición de trasunto del autor, que aprovecha para airear sus cuentas pendientes. El muchacho airado, la juventud cabreada es un tema que se adelanta a su tiempo. El Paris de las imágenes resulta inolvidable, puede que no fuera esa la intención de Truffaut, pero, ese piso frío y pequeño, las callejuelas y las gentes están retratados con tal tristeza, con tanta nostalgia que parecen contadas para los espectadores de la posteridad.

Jean-Luc Godard en Niños de Vitral, Bemanos, Melville, Cocteau, Vigo y Rossellini, Cahiers du cinema n°92, febrero de 1959.
Con Los cuatrocientos golpes, Francois Truffaut entra en el cine moderno como en el colegio de nuestras infancias. Niños humillados de Bernanos. Niños al poder de Vitrac. Niños terribles de Melville-Cocteau. Y niños de Vigo, niños de Rossellini, en breve, niños de Truffaut, expresión que una vez el film estrenado será pronto admitido en el lenguaje público. Hablaremos pronto de "los niños de Truffaut" de la misma forma que lo hacemos de "los lanceros Benagalíes", "los reyes de la mafia", "los locos del volante", y " los drogadictos del cine". En Los cuatrocientos golpes la cámara del director de Les Mistons alcanzará de nuevo la cima, no con la madurez del adulto, como ocurre en el cine de Hawks, sino con la del niño. Y si, a veces, sobrentendemos "arrogancia", cuando hablamos de plenitud a propósito de los mayores de treinta años, lo sobrentenderemos mucho más todavía cuando lo hagamos a propósito de los menores de dieciséis años: entonces será orgullo. Por ello, se puede calificar a Los cuatrocientos golpes como el film más orgulloso, más cabezota, más obstinado, en fin, como el más libre del mundo. Moralmente hablando. Y estéticamente también. [...] En resumen ¿Qué decir? Esto: Los cuatrocientos golpes es un film firmado por: Franqueza. Velocidad. Arte. Novedad. Cinematógrafo. Originalidad. Impertinencia. Seriedad. Tragedia. Refrescamiento. Ubu-Rey. Fantasía. Ferocidad. Amistad. Universalidad. Ternura.
Sylvia: Ce film nous raconte le destin d'un adolescent en période de crise. Il se trouve face à sa vie, et il se rend compte qu'il est "en trop" dans la vie de sa mère. Il n'a pas vraiment d'attache sentimentale avec elle. Elle ne l'appelle jamais par son prénom mais toujours "le gosse" ce qui le place dans une position d'infériorité et impose une distanciation.

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