En algún lugar de la memoria

Dolor épico


"Reign over me"
Mike Binder, 2007
Reparto: Adam Sandler (Charlie Fineman), Don Cheadle (Alan Johnson), Jada Pinkett Smith (Janeane Johnson), Liv Tyler (Angela), Saffron Burrows (Donna Remar), Donald Sutherland (juez Raines), Robert Klein (Jonathan Timpleman), Melinda Dillon (Ginger), Mike Binder (Bryan), Jonathan Banks (Stelter), Paula Newsome (Melanie).
Producción: Jack Binder y Michael Rotenberg.
* *
El personaje de Adam Sandler perdió a su mujer y a sus tres hijas en uno de los aviones del 11 de septiembre. La cuestión es: ¿nos importaría tanto si las hubiera perdido en un accidente de tráfico, o en un tren del 11M? Lamento el cinismo, pero la respuesta es no.

Hay dolores y dolores. Y el doctor Fineman sufre el dolor de todos los dolores, sufre la herida abierta de una nación en duelo, sufre un dolor de proporciones épicas, el dolor de una nación que se acostó pensando que era la más grande del mundo y se despertó sabiendo que era vulnerable.

El argumento está articulado en un esquema narrativo parecido al que eligió Wenders en “París, Texas”. El protagonista se autodestruye en una ceremonia interminable hasta que al final puede hablar y recomponer con un discurso los jirones de su vida que ha ido mostrando delante de la pantalla.

Por eso a Fineman se le consiente todo. Por eso nadie le deja solo. La casera, el amigo, el administrador de la inmensa fortuna que cobró como víctima del 11-S, la terapeuta. todos aguantan sus extravagancias y lo persiguen para que... ¿Para qué? ¿Para que relate delante de la cámara el sufrimiento que fue para él la pérdida de su familia como si se tratara de un show televisivo?

La megafonía de una confesión no resulta suficiente para un dolor de proporciones tan desmedidas. Es necesario llegar más lejos. Es necesario que la policía lo detenga y se celebre un juicio contra él y se ponga entredicho su salud mental. Es necesario que los padres de la esposa lo ataquen y Fineman se convierta en una víctima de su dolor silencioso (¿silencioso?). Es necesaria para el público la catarsis colectiva, el baño de lágrimas con que tanto desea inundar a su desconsolada víctima.

Pero el tema que realmente debería plantear es el de la cotización del dolor ¿a cuanto está una hija muerta en un avión del once de septiembre? ¿a cuanto está el hermano muerto en la guerra del golfo? ¿cuánto vale un bombero atrapado en las torres gemelas? ¿y una víctima del Katrina?

Actor y director ya trabajaron juntos en “Ejecutivo agresivo”. Allí funcionó la lección de descargar la ira que llevamos dentro, la lección de no guardarse nada. Pero ya nos la aprendimos bien. No hacía falta un repaso para enseñársela, también, al dentista sano que interpreta Cheadle.
Jordi Costa (EL PAÍS): Hay ocasiones en las que responder a una mala (o discutible) película con una crítica negativa puede dejar cosas relevantes en una injusta zona de sombra: por ejemplo, el hecho de que dicha película sea sintomática, un producto de su tiempo capaz de sintetizar con mayor transparencia (e ingenuidad) que otros discursos contemporáneos las ansiedades y las heridas morales de una generación. Es el caso de En un lugar de la memoria, trabajo pionero a la hora de otorgar legitimidad dramática al gran trauma colectivo de la generación de la inmadurez: el 11-S y sus daños colaterales en el alma de los supervivientes. La película de Mike Binder -direc-tor, actor y guionista de carrera entre errática y discreta- cumple, a su extraña y a ratos irritante manera, la función que cumplió El regreso (1978), de Hal Ashby, para la generación del Vietnam: levantar acta de la instalación de un malestar de puertas adentro que, probablemente, ha venido para quedarse.

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